martes, 30 de diciembre de 2014

Tiempo

Mucho tiempo sin escribir, Y no porque hayan faltado asuntos sobre los que hacerlo: Syriza y el vuelco electoral en el euskobarómetro;  la verdad o falsedad de la recuperación y la salida de la crisis; la terrorífica (¿tendremos que recuperar el “terror blanco”?) confirmación de que no basta tener trabajo para salir de la pobreza; nuevas y persistentes corruptelas, mentiras, engaños… y el mensaje navideño del hermano mayor; los primeros grandes fríos, Sto. Tomás en “el exilio”; las Navidades y la familia y la inminente llegada de un año nuevo; los trabajos de construcción en una nueva-vieja casa que me han conducido a practicar la jubilación en el sector primario; los últimos paseos de senderismo del año, teñidos por la muerte de alguien que no hace unos meses caminaba con nosotros; un par de suicidios conocidos en un pueblo de apenas 6.000 habitantes, como es Medina; un par de novelas “acabadas” antes de la página 40; …
Pero a la abundancia de temas se han impuesto la “falta de tiempo” (increíble, pero real), la vagancia y la dejadez.
Cuando la cabeza no está en un lugar, hace falta mucha disciplina para respetar el tiempo y la dedicación debidos a ese lugar. Y yo ya no estoy para esos trotes disciplinarios.

Sin embargo, la vida sigue, y sigue con muchos matices. Habrá que sentarse-pararse para degustarlos. Tiempo al tiempo. FELIZ 2015

miércoles, 17 de diciembre de 2014

Ingeniería financiera

La semana pasada la prensa repetía en un titular el hecho de que las grandes empresas en España pagaron alrededor de un 5% de Impuesto de Sociedades. Digo que lo repetía porque esta misma noticia la podéis encontrar en cualquier hemeroteca desde hace un porrón de años.
Así que me he ido a Wikipedia y he extraído lo que sigue: 
“El IS en España es del 30% para las grandes empresas y del 25% para las pequeñas y medianas empresas, excepto en el País Vasco, que dispone de autonomía fiscal, y donde es del 28%.”
Lo que hay entre el 5 y el 30% se llama, eufemísticamente, ingeniería financiera.
Por puras ganas de hacerme mala sangre comparando, he buscado mi declaración de la Renta del año pasado y he recordado que me aplicaron un tipo (se llama así) del 26,08%. Sin ningún descuento, porque, torpe de mí, no tengo ingenieros financieros.
Como estamos a finales de año, recuerdo cuando sí podíamos hacer uso de esos ingenieros. Por estas fechas, en la Caja (que ni “pa” Banco me llegaba) me recordaban que podía dedicar parte de los ahorros del año (más eufemismos) a mi plan de pensiones porque eso desgravaba y, antes, a amortizar el crédito hipotecario, que también lo hacía.
Y, a veces, muy pocas, uno quitaba una parte de la extraordinaria y se la daba a la Caja para en la declaración del mayo siguiente desgravar 40 ó 50 euros (su equivalente en las pesetas de entonces, vamos)
Ahora ya ni eso. El 26,08. Sólo queda una ingeniería financiera, tan pequeña que más que ingeniería parece una F.P.: esa que te plantea tu “asesor financiero” cuando te pregunta: “¿lo quiere con IVA o sin IVA?”.
“Con IVA” significa: le damos un poquito más al Estado, que somos todos, menos esos señores del 5%, y así igual nos llega con que ellos pongan el 4,9%. (A estas alturas nadie puede insultar nuestra inteligencia haciéndonos creer que las grandes empresas son entes abstractos, impersonales, anónimos. No. Se trata de grandes empresarios, con personalidad física, concreta y con nombre y apellidos).
“Sin IVA” significa: allá usted, luego no podrá reclamar nada. Y encima se queda usted con la mala conciencia de creerse tan defraudador (en el fondo… ¡ay, el fondo: que gran invento) como el del 5%.

Casi todo esto, lo que acabo de escribir viene a cuento de que en estas fechas siempre pienso en qué le puedo desear para el año próximo a los que leéis. Este año lo tengo muy claro: que todos vosotros, TODOS, estéis en disposición de disponer de un par de ingenieros financieros durante todo el año. Aunque luego los mandéis al paro.



miércoles, 10 de diciembre de 2014

Limbo

“Una novela es una construcción, una aventura, una hipótesis. La verosimilitud me interesaba más que la filología; la posibilidad más que la crónica, así que me he tomado bastantes libertades”. Son palabras de Melania G. Mazzucco
Así presenta (o despide) “Limbo”. Se trata de la historia del enamoramiento de un hombre y una mujer (podrían haber sido dos mujeres o dos hombres: hubiera dado lo mismo). El tema no es nada original.

Lo que sí lo es son las historias vitales de ambos personajes, que conducen al encuentro y el amor (¿y al desamor?: no os daré ni media pista que deshaga el suspense de la novela) entre ellos.
Ella es una joven soldado italiana de misión en Afganistán, de donde volverá a casa malherida. Él… de él no os diré nada, por la razón anterior. Si lees la novela lo descubrirás al llegar a la tercera parte de ella. Ambos viven en el Limbo, no en el de la frase retórica, sino en ese que no es ni Cielo ni Infierno, ni Purgatorio.
“Limbo” es una novela hermosa, “grande” por lo inusual de la historia, bien construida, cuidada, sin que pierda el interés, salvo, quizás, en determinadas descripciones militares que, si es verdad que interesan a la construcción de la novela, a mí a veces me han resultado farragosas.
Me parece muy recomendable su lectura y pienso que las dos primeras partes son muy interesantes. Luego, el último tercio, aunque ilumina y aclara muchas de las cosas que habían sucedido antes, quizás no hacía falta. Quizás por sí sola, ella hubiera podido ser otra novela.
Así que tenéis dos por una.

Os dejo con esta maravillosa metáfora sobre la vejez: “Pero yo soy vieja, soy como la luna al amanecer, me queda poco tiempo por vivir”

martes, 9 de diciembre de 2014

Mil noches una boda

Ayer cumplí(mos) con una vieja tradición. Tan vieja que es anterior a la existencia del video, el DVD o la piratería en la Red. Con semejante tarde: día de fiesta, lluvia, viento, tiempo totalmente desapacible, el lugar natural para una pareja es el cine. Así fue durante muchos años. Ayer recuperamos la tradición, después de muchos meses.
“Mil noches, una boda” es una película que plantea (replantea, una vez más) la disyuntiva entre “libertad” y seguridad, entre el respeto a una misma y la aceptación de las convenciones sociales, siempre plagadas de tics machistas.
El tema no tiene mucho de nuevo. Lo que resulta curioso, cuando menos curioso, es que el planteamiento se haga sin explícitas reivindicaciones feministas y con una historia que tiene por protagonista a una señora de 60 años, “soltera”- madre de cuatro hijos y cuya vida entera parece haber dependido de su trabajo en un cabaret situado en la frontera entre Francia y Alemania.
Para mayor sorpresa, por lo que he entendido, la historia no sólo se basa en hechos acontecidos, sino que además está interpretada por la misma mujer y sus hijos que los han vivido.

Es una película sincera, fácil de seguir y de involucrarte, más que digna y tan interesante como para ser declarada (por seguir con las muy viejas tradiciones) de “las de cine-forum”.

lunes, 1 de diciembre de 2014

Mirando lo que importa

Desde hace mucho tiempo me ha gustado la pintura, más aún el cine, y, por delante de los dos, el teatro.
Recuerdo que a lo largo de mi vida de educador utilizaba muy poco las posibilidades abiertas por el arte pictórico. No me movía con facilidad en él  a la hora de expresar lo que veía-sentía y, como mucho, procuraba que las imágenes que necesitaba para mis explicaciones tuvieran un componente de belleza declarado.
Tampoco usé mucho el teatro, quizás era más difícil. Aunque lo intenté. Hubo un tiempo en que el teatro leído fue uno de los componentes de la metodología que utilizaba. Allí me movía mucho más a gusto, casi como pez en el agua. Hubo un tiempo anterior en el que tonteé con la dirección de alguna obra de teatro. Pero, el teatro requiere tiempos largos, espaciosos y esos no abundaban en los horarios escolares.
Sin embargo, el cine lo usé (lo usamos) mucho más. No en vano, llegamos a construir una “asignatura” de sociales apoyada en varias películas. Creo que, incluso, hubo momentos en que toda la historia se explicaba a través de películas.
Pero, aún entonces, siempre fui consciente de que no era capaz de trasmitir nada (¿casi nada?) sobre la forma en que estaba realizada la película. La historia que contaba era más o menos trabajable, discutible, pensable, razonable; pero, el ritmo de la acción, la interpretación, la planificación, la iluminación, la música, las “formas” era algo que no tenía cabida, que los alumnos ni siquiera intuían.
La “belleza” en suma de las formas que utilizamos para hablar de lo más íntimo que tenemos, las metáforas, los colores, los travelling, los contrapicados, el encuadre, la “visión del artista”… ¿se nos han perdido?
Así que nada hay de extraño en esta imagen que le robo a  "El descodificador" en la noche de hoy.

Sólo hay una gran pena por lo que esos chicos se están perdiendo.