Pensaba
empezar esta entrada con una frase tópica: “cuando uno se va haciendo mayor….”
Pero, no. Esta vez me resisto al tópico. Uno se va haciendo mayor, es decir de
más edad, en cuanto nace y comienza a vivir. Y uno, éste uno que soy yo, (ya lo
he dicho muchas veces) prefiere reconocerse a sí mismo como un viejo y
reivindicar la vejez.
Así que,
vuelvo al principio. Uno, cuando ha llegado a viejo, tiene la dicha o la
desventura de comprobar que, salvo los muertos, los demás también van
cambiando, también van siendo otros, sin dejar de ser ellos mismos. Y los
momentos de cada uno son bien distintos a lo largo de una vida. y no hay que
equivocarse y juzgar como si no existiese el tiempo.
Todos estos
líos mentales me venían a la cabeza cuando, hace unos días, con gran
resistencia por parte de alguna zona muy profunda de mi amor por la novela
negra, dejaba caer, allá por la página 100 la penúltima novela de Donna Leon “Las
joyas del Paraíso”.
Me ocurrió
con Camilleri (aunque resistí hasta la última página) y me ha ocurrido ahora
con D. Leon. Nunca voy a dejar de recomendarlos, pero ya no lo haré como si su
obra fuera un todo atemporal y de parecida calidad. Ellos “se han hecho mayores”,
en lo peor del tópico. Y a mí me queda la pena de decidir que nunca más los
volveré a leer. Quizás vuelva a releer algo de lo primero que escribieron.
Pero, lo último…
Después he
leído “El balcón en invierno”, de Luis
Landero. Lo he pasado muy bien
De la
novela, dice la presentación esto que me parece un buen resumen y una
suficiente invitación para quien quiera recogerla:
“Narración
emocionante de una infancia en una familia de labradores en Alburquerque
(Extremadura) y una adolescencia en un barrio madrileño.
Divertidísimo
caudal de historias y anécdotas en el que se reconoce nuestro pasado reciente”.
Y en la
novela estas dos reflexiones que empalman bien con el comienzo de mi entrada:
“Las cosas han cambiado tanto desde mi infancia que a veces tengo la
sensación de haber vivido muchos, muchos años, casi un siglo de historia, o
quién sabe si más”
“En cada instante, en cada frase, en cada suspiro, en cada pequeño
acontecer, lo trivial y lo misterioso van a partes iguales”