miércoles, 27 de abril de 2016

Con nuestro dinero (el tuyo y el mío)

- Mire, tengo un conocido … esto…ummm. No me sale la palabra. Maldita memoria. Pero se lo voy a explicar y usted lo entenderá.
Le acaban de cesar en su trabajo. Pero, fíjese ¡qué suerte!. Los dos o tres próximos meses le van a seguir pagando por su no-trabajo como si trabajase: el sueldo entero, los pluses de desplazamientos desde su casa al lugar de trabajo; los pluses de “producción”, “nocturnidad”, “peligrosidad”, … y todos los que a usted se le puedan ocurrir.
Además, le han regalado la tablet nueva que compraron para él hace ahora tres meses cuando le cogieron para el trabajo y el móvil de empresa que le pusieron.
- Ah! Ya! Usted tiene un conocido PARLAMENTARIO.

- Pues eso. Esa era la palabra que no me venía. Gracias

martes, 26 de abril de 2016

París-Austerlitz

Paris-Austerlitz  es una novela corta de páginas. Parece que Rafael Chirbes la dio por terminada  en mayo de 2015, meses antes de su fallecimiento, tras veinte años de escritura abandonada y retomada intermitentemente.

Como todo lo que he leído de él, impresiona por su forma, su estructura y su demoledora conciencia de que no hay nada sagrado, ni el amor. Menos aún ese amor romántico (y surrealista, dice en la novela) que nos han vendido como la solución de todos los males y el horizonte de plenitud para cualquier vida humana.
Os dejo una larga cita de la novela:

“La fraseología del amor, su retórica, su aspiración universal; pide que lo consideremos algo nacido de lo hondo de la naturaleza y, al mismo tiempo, capaz de servir como envoltorio del entero universo. Sin el fuego del amor, cielos vacíos, mares muertos, naturaleza sin flores. Esa idea que yo creo que nos contagiaron románticos y surrealistas (algo así me parece haber leído en un libro de Breton).
[…]

El loco amor de los poetas surrealistas y la realidad miserable de cualquier pareja, con su egoísta estrechez de miras: tú y yo, mi vida, aquí estamos tan ricamente, y que se hunda el mundo, que a nosotros nos da lo mismo mientras permanezcamos uno junto a otro: el amor, sentimiento tantas veces paralizante, pesimista (contigo o muerto; contigo aunque sea muerto; contigo hasta la muerte) y sucio. Lo discuto con Bernardo, para quien el amor es un feliz engaño al que uno se somete de buena gana. Incluso alientas el engaño, echas leña a la hoguera si ves que decrece, dice él, puro trampantojo, reino de la arbitrariedad, y, desde luego, reñido con la lucidez de cualquier análisis, te entregas o no te entregas: fuego que se enciende porque sí y se extingue no se sabe por qué. Le respondo que no hay manera de limpiar la turbiedad inevitable del sexo. Difícil colocarlo en algún sitio, le insisto. Violencia entre dos cuerpos o de un cuerpo sobre otro. Contaminación.”

lunes, 25 de abril de 2016

Más escenas ciudadanas

Esta mañana me tocaba revisión (de las habituales) con el traumatólogo. Así que –privilegios de jubilado– he ido andando desde casa hasta el hospital. Fruto de ese paseo son estas dos escenas “ciudadanas”, o sea, de las que suceden en la ciudad.

Camino por la acera. Quince metros por delante va una chica joven.  De repente, se golpea con la mano en la frente, gira 180 grados y desciende (estamos en cuesta); llega a un coche, saca el móvil y hace una foto de la parte trasera del automóvil.
Vuelve a caminar, rápida, hacia arriba de tal forma que rebasa mi posición. Y unos metros más adelante se para ante una máquina de la OTA, mira el teléfono (no tengo duda de que observa la foto que acaba de hacer) y comienza a teclear en la máquina.
Qué difícil se ha puesto esto de memorizar tres letras y cuatro dígitos durante un período de tiempo inferior al minuto.

Sala de espera en la consulta de traumatología del hospital: Niños que corren, amamas que cantan canciones de sus tiempos de niñas, alguna discusión que, a veces, sube de tono, amamas que encienden a sus  nietos una tablet,  sonidos metálicos de altavoces, ruido de tecleo en muchos móviles, amamas que exhiben orgullosas a “sus” niños.
Y, de repente, el silencio para escuchar el nombre del afortunado que pasa a la siguiente dependencia, la última antes de entrar en la consulta propiamente dicha.
Esta vez no ha sido mi nombre. Ni ésta ni las más de treinta anteriores. Y el runrún sube de volumen y la siguiente ayudante-de-enfermera-mensajera-de-la suerte lucha por hacerse oír. No lo tiene fácil. Aunque lleva en las manos una extensa lista, ninguno de los nombres coincide con el de los que esperamos.

Alguien aprovecha para hacer un chiste, el mismo que nunca falta en mis días de revisión-consulta; otro habla por teléfono. Y para cuando vuelve el silencio y parece que va a quedarse, los niños se han renovado, hay nuevas amamas con nuevas-viejas canciones y una nueva discusión sube de tono.

lunes, 18 de abril de 2016

Las aguas de la eterna juventud


La última investigación de Brunetti es poco más que un ligero y agradable “entretenimiento” al que le sobran más de cien páginas, porque nada añaden a lo que está ocurriendo ni a la pequeña crítica social que se desliza, a veces, entre sus páginas.

Decía yo hace casi dos años que encontraba cerca del agotamiento las novelas de Donna Leon. La última (sin contar ésta) ya la dejé caer de entre mis manos antes de acabarla. Así que supongo que, a partir de este momento, seguiré recomendando las primeras novelas con Brunetti (como las de Montalbano)… y nada más.

domingo, 17 de abril de 2016

Primavera

Después de mucho tiempo, esta mañana de domingo el pueblo no huele a leña y la estufa de casa está apagada. Las previsiones del tiempo todavía anuncian tormentas para hoy y los caminos están tan embarrados que los paseos estarán llenos de dificultades.
En la ciudad el tiempo importa. Cuando la lluvia cae sin cesar sobre ella, dan ganas de encerrarse en casa y esperar a mañana, a ver si escampa. Pero uno va de compras, sale al trabajo, se acerca a un cine o a un centro comercial… el paraguas se convierte en parte del paisaje.

Pero aquí, quizás erróneamente, ver el sol entrar por la ventana rompe (quizás sicológicamente) una espiral de paseo corto para tomar el aire-tareas en casa-tele en casa-paseo corto… Comienza un nuevo tiempo. Esa es sin duda la primavera.

martes, 5 de abril de 2016

Métase la lengua en...


Aquí, en el enlace de arriba (que sigo sin saber cómo se hace) hay que firmar para pedir la dimisión de Félix de Azúa.
Aunque esté todo dicho, aunque no queden ya palabras para hablar de algunos temas tan trillados, no dejo de hacerme una pregunta: ¿cómo es posible que con mi dinero le estén pagando un sueldo a semejante energúmeno disfrazado de hombre culto?. ¿Cómo es posible que con mi dinero le vayan a pagar una pensión?
Menos mal que a mí, aparte de lo que a mis impuestos les toca, ni me ha sacado ni me va a sacar un céntimo de derechos de autor. Menos mal que ni le he leído ni lo haré nunca. Que bastante tengo con sus patochadas.
Y aún más. ¿Es sensato pedir su dimisión?. ¿No habría que pedir a quien corresponda que lo destituyan, lo cesen de empleo y sueldo y lo pongan de patitas en la calle con un cartel y unas orejas de burro? (pobres burros).

Qué mal servicio a la literatura y a la lengua en general el que “señores” como éste sean los que limpian y dan brillo al español.

lunes, 4 de abril de 2016

Los viejos

Se han acabado las “vacaciones”, así que vuelta a la normalidad. Y para hacerlo, nada mejor que empezar con un madrugón de lunes y una buena caladura haciendo senderismo entre Armintza y Sopela.
¡Ay, aquellos lunes, de vuelta al trabajo!.
Como supongo que ya estaréis hartos de palabras sobre el próximo gobierno-elecciones, sobre la corrupción de la familia real y de los ex-miembros del PP, así como alguno más de otros partidos, de las “dependientas de pescadería y la solemne estupidez de algún académico de la lengua, que no ha aprendido a metérsela allí donde tú y yo estamos pensando, como ya está todo dicho sobre estos asuntos, y sobre los emigrantes, las mujeres que sufren violencia de género, los próximos “EREs”, los futbol-leaks, etc., os voy a proponer una lectura más amable y, espero que, amena.

Fruto de muchas conversaciones entre viejos y de algunas experiencias personales, puedo decir que:

Si Vd. espera pacientemente a que se caliente la leche de la taza que acaba de meter en el frigorífico.
Si desata el lazo del zapato del pie derecho y trata de sacarse el zapato del pie izquierdo.
Si quiere abrir la puerta del coche con la llave del buzón.
Si, cuando se encuentra con él, no recuerda el nombre de ese vecino al que saluda todos los días.
Si no da con el nombre de la estación de metro en la que lo coge habitualmente.
Si llama al perro de su amigo por el genérico “perro” (o “can” para parecer simpático) porque no es capaz de emplear un término más específico para ese perro concreto.
Si duda en el centro de la cocina sobre a dónde dirigirse para guardar la cazuela.
Si busca la servilleta en el microondas.
Si, por un instante, cree que la escoba ha desaparecido en algún vuelo ocupado por una bruja porque no está en “su” sitio.
Si todo esto no le preocupa demasiado y, más bien, le produce una sonrisa y lo comenta casi a diario con su amiga o su amigo, ambos de la misma edad que usted.
NO PASA NADA: LOS VIEJOS SOMOS ASÍ DE DIVERTIDOS.

Que la primavera os sea propicia.