Tristeza y preocupación son las dos
palabras más dichas, leídas, escritas o escuchadas desde hace unos días.
Expresan sentimientos que abundan en este momento y que comparto. Como
cualquier hombre o mujer de bien.
Así que no “abriré” mi blog para repetirlas.
Permitidme que escriba desde la rabia. Que también es abundante en estos días.
Hubiera escrito de otra manera,
hubiera abundado más en la tristeza y la preocupación, si hubiera visto que el
que llevaba la porra era Rajoy y el que recibía el golpe Puigdemont. O
viceversa que tanto monta, monta tanto. Pero no. Los dos habían mandado sus
tropas y ninguno estaba en primera línea de fuego. Como siempre, vamos.
Si el uno supiera lo que significa
pegar al de enfrente, desarmado o armado exclusivamente con la palabra, si
sintiera como sus nervios se encauzan a través de una porra de goma; si el otro
supiera, durante un montón de días, lo que duele un porrazo, lo que siente
cuando es humillado en sus propias carnes porque sólo tiene la palabra,
entonces otro gallo nos cantara.
Igual hasta se sentaban a tomar un
café antes del combate.
Creedme que no es una anécdota falsa
el que un “señor” el sábado pasado me dijera, todo entero, que él no iba a
Cataluña porque ya había mandado sus tropas. Y sonreía, y se creía gracioso, y
pensaba que había hecho la frase de la semana o del mes.
Pero, para anécdota lo que sigue. No
puedo citar textualmente, pero aseguro que lo que voy a contar no se aleja ni
un ápice del sentido de lo ocurrido: el domingo vi televisión durante muchas
horas, tratando de seguir lo que ocurría en Cataluña. En un momento dado, en La
Sexta, un invitado, que en los subtítulos apareció como escritor y filósofo,
dijo, más entero aún que el “señor” del párrafo anterior, que lo que había que hacer a continuación era
declarar unilateralmente la independencia… y mandar a los mossos a defender la
nación.
- ¿Cómo? ¿Quiere decir con armas,
fusiles, ametralladoras…? – preguntó el presentador
- Claro – respondió el invitado. En
todo caso, nosotros no seríamos los primeros en disparar.
Escritor puede ser cualquiera. Es tan
fácil. Basta con un papel y un lapicero. Aunque quizá debería haber puesto
debajo “escribiente”. Pero, filósofo,… amigo de la sabiduría,… Aquel individuo
tenía muy poco de asemejarse a un amante de la sabiduría. Como mucho a un
amante abandonado y despechado…
Y, con toda la rabia apoderándose de
mí, le deseé únicamente que, si llegaba el caso, estuviera en primera línea de
combate, que entre él y su enemigo no mediaran más que las armas que ambos
portarían y… que no fuera él el primero en disparar.
Luego recordé que: “La guerra que
vendrá no es la primera. Hubo otras guerras. Al final de la última hubo
vencedores y vencidos. Entre los vencidos, el pueblo llano pasaba hambre. Entre
los vencedores, el pueblo llano la pasaba también”. Bertolt Brecht sí fue un
escritor. Posiblemente, incluso fue filósofo.
Cuando buscaba su poema para citarlo,
esta vez sí, de manera textual, encontré esta cita de Paul Valery (que también
lo fue): “La guerra es una masacre entre gente que no se conocen (¿el guardia civil y la anciana catalana?)
para provecho de gente que sí se conoce (¿presidente
de España y president de Catalunya? o, quizás, por poner un ejemplo, ¿presidente de BBVA y presidente
de Caixa?) pero no se masacra.” (Los paréntesis son míos, por supuesto y
los personajes no tendrían nombre por ahora, aunque se pueden buscar).
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